Aprender un idioma extranjero es uno de los grandes desafíos de nuestras vidas, a que sí? Es como construir una casa: empezamos poniendo los cimientos, luego, ladrillo por ladrillo, la casa va tomando forma. Se instalan las tuberías y los cables, las ventanas…hasta que finalmente, después de un largo tiempo de trabajo duro, llega este momento en el que colocamos las figuritas de decoración en las estanterías.
Los elementos de decoración son una metáfora para chistes y expresiones locales que aprendemos por último de un idioma extranjero y con los que nos convertimos en expertos. Pero los ladrillos, las tuberías, esto son los equivalentes a los años que pasamos estudiando vocabulario, la gramática....Es un proceso tan largo y extenso que muchas veces nos desanimamos frente a esta tarea gigantesca. Y así es. Aprender un idioma es un proceso largo y duro para la mayoría de las personas y yo no diré nada ni tampoco sé de ningún truco que facilitaría un aprendizaje más corto o más fácil. Aunque sí, lo hay: irse al extranjero, sumergirse en el idioma durante un par de años y vivir constantemente en un contexto de MOTIVACIÓN continua y ardiente de querer hablar el idioma para poder comunicarse con la gente de ahí. Esta situación sería un claro atajo hacía un aprendizaje meteórico, pero pocas veces tenemos esta oportunidad.
Se dice que, si no puedes cambiar la situación, cambia tu actitud. Pues todos estos “ladrillos” y otros “materiales de construcción” que vamos adquiriendo durante el camino del aprendizaje, forman parte de lo que llamamos la vida, las vivencias. La vida se vive día por día, paso por paso y lo que reflexionamos al final es el conjunto de lo vivido, los momentos en los que hemos estado felices, desafiados…etc. El idioma también se aprende paso por paso, palabra por palabra. Dentro del proceso del aprendizaje vivimos numerosos momentos ¡Ahá! que nos provocan una sensación de haber logrado algo, igual que los momentos en los que parece que no avanzamos.
¿Y dónde se aprende el idioma si no vivimos en el país de origen? Pues en clases de idioma, escuchando lo que dicen los TikTokers, escuchando canciones, siendo pendientes del diccionario, buscando algo en el www, en el internet en general, en películas subtituladas, en libros, en videojuegos, con personas o en actividades que se ofrecen en inglés... El idioma “se va cogiendo” o como se dice en inglés “to pick up a language”. Cruzamos con el idioma en muchas ocasiones. Lo importante es siempre estar atento a estas ocasiones y ser consciente de que cada ocasión cuenta y aporta a la “construcción de la casa”. Cada ocasión es un ladrillo. Y cuanto más de estas ocasiones podemos provocar, mejor.
Lo bueno es que podemos empezar a usar el idioma directamente después de haber puesto los cimientos. No será la situación más relajante para el interlocutorio pero para el que hace sus primeros pasos en el uso del idioma será la gloría!
En el Espacio Rubicón nos consideramos una pieza en este camino del aprendizaje. Aquí no enseñamos el inglés en el sentido tradicional sino portamos nuestra parte al proceso. Los niños aprenden el vocabulario necesario para las clases y con el tiempo más allá. Desde el principio tienen acceso a una pequeña colección de frases frecuentes que usamos para dirigirse a la profesora en inglés. Vamos construyendo poco a poco nuestras costumbres de comunicarnos. Las repeticiones del vocabulario y de las frases facilitan que el cerebro se acostumbra. Empiezan a ocurrir los primeros intercambios de frases.
El espacio Rubicón cuenta con propio material elaborado para facilitar las bases del inglés relacionadas con el arte, como el vocabulario necesario y expresiones que explican varias técnicas de dibujo y pintura. Con cada cuadro pintado los niños aprenden algo nuevo, ya que cada nuevo trabajo abre nuevas posibilidades del uso del idioma.
Una gran ventaja es que trabajamos con la imagen. Es una herramienta poderosa a la hora de interpretar y entender las explicaciones en inglés.
Natascha Berseneva (Fundadora del Espacio Rubicón)
Natascha Berseneva ha nacido en 1985 en Moscú. En los años 90, a los 11 años, emigró con su familia a Alemania donde se sumergió al alemán desde el día uno en un colegio público. Estudió en Würzburg interpretación y traducción de alemán, inglés y español.
Ha vivido en Noruega, Chile, Madrid, Granada y desde 2019 en Málaga. Es pintora autodidacta y estudió Historia del Arte en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Su vocación es el arte y la facilitación de técnicas y métodos para aprender nuevos idiomas. Habla con fluidez español, inglés, alemán y ruso.